Cuando pasás de correr solo si perdés el tren a correr 42 kilómetros (en un lapso de 6 meses), la motivación es tan alta que pensás que podrías cruzar los Andes al trote. En ese estado de inconsciencia absoluta decidí anotarme el El Cruce de los Andes 2013.

El Cruce de los Andes (www.elcrucecolumbia.com) es una carrera de 100 kilómetros en 3 etapas durante 3 días consecutivos que habitualmente parte desde Chile para finalizar en Argentina. Puede hacerse en forma individual o en equipo de 2 personas. Me anoté junto a Sebastian, mi mejor amigo. Hacerlo en equipo significa que debíamos cruzar la meta, de cada una de las 3 etapas, juntos. Si uno debía abandonar por un problema físico el otro integrante del equipo también debía hacerlo. Eso le agregaba una presión adicional. Pero con Seba nos habíamos preparado juntos y sentíamos que podíamos lograrlo de no mediar algún imprevisto. El K42 de Villa La Angostura 3 meses antes resultó decisivo para darnos cierta confianza. Los miedos se disiparon rápido al menos en la parte metereológica. Los 3 días de carrera teníamos previsto excelentes temperaturas sin lluvias.

La edición 2013 se denominó “En los Volcanes” ya que en el recorrido tendríamos a nuestro paso al Volcán Villarica, al Volcán Quetrupillán y al Volcán Lanín.

volcanes

La aventura comenzó en Junín de los Andes (Argentina) donde llegamos para la acreditación. La misma organización nos cruzó a Pucón (Chile) donde la carrera comenzaría. Allí tuvimos la clásica charla previa donde nos dieron datos y recomendaciones varias.

Pucon

La carrera comenzó a 40 kilómetros de Pucón, a los pies del Volcán Villarrica. Ibamos preparados con una mochila cada uno, donde el mayor peso lo generaba la bolsa de hidratación. No había en todo el circuito hidratación organizada, pero nos dijeron que tendríamos agua de sobra que nos ofrecería la naturaleza. Algo de comida también llevábamos y algunos elementos de primeros auxilios.

La primer etapa resultó ser de 30kms. Recorrimos increíbles senderos, nos internamos en bosques de película y trepamos montañas que por momentos parecían imposibles. Pero mejor que contarlo es verlo…

paisaje 2

Los bastones fueron de gran ayuda, principalmente en las subidas

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Tal cual lo habían anticipado, la hidratación natural fue suficiente

Bosque

Lo que más disfruté. Senderos en bosques increíbles.

Tanto en la primera como en la segunda etapa pudimos llegar cerca del mediodía. Nuestra rutina consistía en almorzar muy bien, elongar, enfriar nuestras piernas en el lago (1er. campamento) o en el río (2do. campamento), elongar, merendar, elongar y cenar. Dormir en carpa no era lo ideal, pero estábamos tan cansados que pudimos dormir muy bien.

Carpa

Nuestro “hotel” de cada día

Comedor

El comedor

Si hubo algo que rescatar de la organización fué la comida. Era abundante, ilimitada y variada. Había asadores con carne, pollo, pavo, pastas, frutas y bebidas para elegir. Una carrera de esta envergadura requiere una organización increíble, que luego de correrla, su precio parece más que adecuado. En el campamento teníamos baños químicos, enfermería y hasta una carpa donde dejabas tu reloj para la carga de su batería. Había un punto de encuentro donde cada día retirábamos nuestros bolsos y los dejábamos al día siguiente para que sean trasladados al siguiente campamento. Durante todo el trayecto 2 helicópteros recorrían el circuito.

En esta edición había corredores de 23 nacionalidades. Estar con mi mejor amigo no me hizo sociabilizar mucho pero era un “adicional” interesante y una muestra de lo que genera esta carrera especialmente en Sudamérica y en el mundo.

El segundo día sería el que más horas pasaríamos en la montaña. Por haber hecho un buen tiempo en la primera etapa, fuimos parte de la primera tanda para el segundo día. Nos levantamos a las 5AM y partirmos. Fueron 42 kilómetros, donde los 12 iniciales fueron en subida. Cuestas y mas cuestas nos dieron la bienvenida a la 2da. etapa. Hacia el final, donde increíblemente no estaba extenuado luego de 72k acumulados, sentí una pequeña molestia en mi rodilla. No le dí mayor importancia ya que supuse mi cuerpo me estaría pasando factura en función a lo que lo estaba exponiendo.

 

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La tercera etapa, nuevamente 30kms., tendrían un ingrediente especial: el cruce por la frontera Chileno/Argentina.

paisaje 8

Frontera

Al costado del paso Mamuil Malal había una mesa donde los que corríamos mostrábamos el documento o pasaporte junto a la “papeleta” que nos habían dado al ingresar a Chile. Pasado el trámite seguíamos corriendo. No habré demorado más de 2 minutos en el trámite migratorio.

Mi dolor de rodilla no fué algo momentáneo. Cada vez dolía más y más. Las bajadas pronunciadas debía hacerlas corriendo hacia atrás. No podía bajar como cualquier ser humano normal. Los últimos 10k fueron realmente duros pero se combinaban con la felicidad de completar lo que hasta hace poco tiempo parecía imposible.

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Todo el recorrido era una muestra de lo hermosa que es la Patagonia

Crucé la meta con la felicidad haberlo logrado. Hacerlo con mi mejor amigo Sebastián coronó una de las experiencias mas linda de mi vida.

llegada (1)

Cruzar la meta luego de 102kms fue un momento tan emotivo como inolvidable