La noche previa a la carrera no pegué un ojo. No dejaba de pensar en Elisa. La semana transcurrió con homenajes, reencuentros familiares y emociones varias que podrían haberla agotado anímicamente. Sabía que estaba feliz pero la mañana anterior me dijo “no pude entrenar salvo lo que hicimos juntos hace unos días“. Como si hubiese sido necesario. Ella ya estaba lista y nada del mundo podrá sacarle lo hermoso que vivió en su pueblo, en la casa de su infancia, en la iglesia donde fue bautizada, lo vivido junto a su familia italiana. Elisa vivió la semana previa a la carrera en forma intensa. De la misma manera que vive sus 82 años y su día a día.

A las 6 am decidí salir de la cama. Como estaba, descalso, en short y remera (para no despertar a las dos australianas y al norteamericano con quienes compartía habitación en el hostel) dejé la habitación. Me cambié en el baño del desayunador y esperé a Enrico, familiar de Elisa, que me llevaría hasta la largada.  Estaba nervioso pero tenía tanto sueño que apenas me daba cuenta.

Apenas bajé del auto estaba Elisa con su sonrisa habitual. La ví hermosa, radiante, feliz, como siempre, pero hoy aún más ya que me emocionaba verla rodeada de su hija y sus famliares a metros del Lago di Como. Mi pensamiento fue interrumpido por corredores que al verla querían una foto con ella. Esta escena se repitió durante la previa, la carrera misma y luego de la llegada.

La organización del Trail del Viandante había publicado en la fan page de la carrera  una entrevista sobre la “Nonna que corre” y ya era conocida por casi todos.

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La carrera tenía 3 distancias: 49k, 25k y 7k. Elisa correría 25k y casi toda su familia haría la caminata familiar de 7k. A los pocos minutos quedamos Elisa, su nieto Juan Pablo, su nieta Azul y yo mientras ellos se dirigían al pueblo del cual partirían.

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Previo a la largada apareció el gran IVANO, quien como te conté en este POST tuvo muchísimo que ver para que esta hermosa locura fuese posible.

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Faltando pocos minutos nos acomodamos cerca de la largada y en un costadito la abracé y le dije lo que me había comentado Fede Magrín Torres el día anterior por Twitter: “Las cosas tienen un sabor diferente cuando el éxito está asegurado antes de empezar“. Le dije que el sueño ya estaba cumplido, que disfrute, que no se sobreexija y que yo estaría ahí para todo lo que necesite. Elisa se emocionó y supe en ese instante que todo y cada una de las cosas que se habían hecho hasta ese momento, habían valido la pena.

Me puse la pulsera que me había regalado Elisa. Representaba la unión de Argentina con Italia, que sin dudas estaba muy presente en esta carrera. De inmediato nos fuimos a la linea de largada.

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Foto: Trail del Viandante

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Largamos a las 9 am en punto. La emoción se reflejaba en nuestra charla pero duró poco. Apenas comenzada la carrera, empezamos a subir muchísimo. Escaleras eternas no nos dejaban disfrutar como hubiese querido en el inicio.

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Así transcurrieron los primeros 30 minutos de carrera. En una subida interminable cuando aún nuestros cuerpos no se aclimataban y el cambio de aire aún no llegaba. Por momentos Elisa respiraba con dificultad y pensé si no sería un esfuerzo al que no estuviese habituada. Hasta que recordé que Elisa había cruzado 4 veces la Cordillera de los Andes de Chile a Argentina en una carrera de 100 kms en 3 días. Y la última vez hacía 3 meses. Por suerte, a nuestro lado, también estuvieron durante todo el trayecto 2 personas que la organización de la carrera dispuso para “custodiar” a Elisa. Ellos tenían teléfonos y handies por cualquier eventualidad. Por mi lado llevaba mi teléfono para sacar fotos y estar comunicado, 4 botellas de agua en un cinturón hidratante y 2 palos para trekking por si Elisa prefería usarlos en las subidas.

La primera zona plana llegó para el deleite de nuestras piernas y nuestros ojos.

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Lo bueno duró poco. De nuevo comenzamos a subir… El terreno era mayormente de piedra, en medio de pueblos de montaña que “caen” hacia el Lago di Como.

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Por suerte, como todo lo que sube luego baja, tuvimos también nuestras bajadas para que no sean siempre los mismos músculos los que sufrían 🙂

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Elisa usaba los bastones para subir y subía caminando rápido (Elisa no sabe lo que es caminar despacio). Las bajadas (a mi pesar) y las partes planas, las hacía corriendo. Yo sufría en las bajadas por la velocidad que tomaba, pero siempre, algunos de sus nietos o yo, tratábamos de que nos diese al menos una mano para apoyo. Elisa, en las carreras, es adorablemente testadura pero por momentos también “obediente” :).

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Hasta las 2 hs de carrera todo transcurría con normalidad, hasta que vino “la pendiente” más difícil de toda la carrera. La próxima hora y media serían en subida y creanme que se hizo sentir.

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Foto: Trail del Viandante

Todas las veces que le pregunté a Elisa como estaba, sonreía y decía “muy bien”. Hasta teníamos que “obligarla” a que se hidrate. La verdad, por ayudarla pensé que podía estar siendo molesto, y decidí estar “cerca”, “atento” y “disponible” pero ya sin preguntar. Elisa estaba perfecta y algo nos diría si lo necesitaba. Nunca lo hizo, nunca necesitó hacerlo.

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Luego de la gran cuesta, tuvimos una tregua de media hora, donde bajadas y algunas partes planas nos permitieron descansar algunos músculos.

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Pero no por mucho tiempo…

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Desde el mediodía el calor se hacía sentir. Si bien la sombra nos protegía en gran parte del trayecto, 28 grados para una carrera de montaña no es lo más aconsejable.

Siendo las 13.15 hs nos faltaba aún una hora de carrera. Ver el cartel que decía que estábamos a 5 km de cruzar la meta fué gratificante. Era una distancia corta, pero no tanto luego de haber corrido 20 km, en su mayoría en subida.

Yo iba tuiteando en vivo porque me imaginaba que en Argentina siendo las 9.30 am ya habría mucha gente despierta esperando noticias. Entre el celular, mi rol de aguatero, fotógrafo y adminsitrador de palos de trekking, estaba entretenido. Además “debía” manterme fuera de las cámaras para el documental que se filmaría, por lo que se me hizo toda la carrera muy llevadera.

Durante el trayecto pasamos varias cascaditas y tuvimos un descanso mientras Elisa “tomaba prestadas” unas moras.

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La organización de la carrera fué perfecta. Cada 3/5 km tuvimos puestos de hidratación con gran variedad de bebidas y alimentos. Fue sin dudas la mejor carrera que hice, en muchos aspectos, pero en hidratación fué “el detalle” para destacar. Y fué muy necesario con tanto calor.

Pero a Elisa parecía no afectarle. Sino mirala en el km 20…

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O en el Km 23…

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Faltando 500 mts para la llegada, me separé de Elisa y sus nietos, para ser testigo de la llegada. No te voy a mentir que me hubiese encantado cruzar la meta con ella, pero la carrera terminó siendo un hermoso proyecto familiar que se reflejaría en un documental. La llegada es el momento más importante y quedaría registrado “en familia”…

Disfruten. Fué uno de los momentos más emotivos que viví en los últimos años…

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La recibió toda su familia, los organizadores de la carrera y medios periodísticos de la zona. Todos maravillados con Elisa, todos admirados de su fortaleza física y espiritual.

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Pude “robarmela” unos segundos y me saqué una selfie que publiqué en Twitter para todos aquellos que habían hecho posible este viaje y eran, desde ese momento, también parte del ahora sueño cumplido.

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Fueron 5 horas y 18 minutos. Fueron 25,3 kilómetros de cuestas, subidas y bajadas. Pero principalmente fue un sueño cumplido y una demostración de que todo es posible cuando uno se lo propone. Una vez más Elisa nos mostraba que a pesar de los dolores, porque le duelen sus rodillas y sus piernas, superar los objetivos y eventuales obstáculos, requiere esfuerzo. Como ella dice… “La vida es probar para no arrepentirse de lo que hubiera podido hacer”.