El jueves pasado iba en el auto escuchando la radio y dijeron una frase, que si bien puede no ser exactamente así, me quedé con la idea: La libertad se vive a la intemperie, no bajo techo.
Me pareció espectacular. Y me hizo muy bien escucharla por un tema que actualmente transito. Desde ese momento no deja de rondar mi cabeza y sentí la necesidad de escribirlo.
Nos pasa muchas veces que somos “presos” de una situación de la cual nos quejamos pero no buscamos el cambio porque “bajo techo” estamos más cómodos. La libertad, cuando se ejerce a la intemperie, puede que se viva “con frío”, “con incertidumbre”, puede que “nos mojemos”… pero a la larga nos trae la felicidad de la libertad bien ejercida.
En mi “rubro” de la administración y finanzas, me cruzo con innumerables contadores que un día cambian la “seguridad” de una empresa por su proyecto independiente (y sucede en mucho rubros). Y también están los que terminan su vida en un trabajo en relación de dependencia. Unos no hacen lo correcto ni otros se equivocan. Pero casi el 99% de los primeros están felices de haber afrontado la libertad a la intemperie, con momentos duros, de incertidumbre, sin ese techo que los cobije pero con la felicidad de haberlo intentado y logrado. Yo soy de los segundos.
Me cuesta el riesgo, me siento protegido bajo el techo de la relación de dependencia, con todos sus pro y sus contras. Entonces busco la “intemperie” que significa una nueva oportunidad laboral, apostando “todo” a nuevos proyectos que intento sean de largo plazo. Me equivoqué muchas veces. Las empresas se conocen una vez dentro, rara vez, en forma completa, en el proceso de selección…
Trabajar con nuestros padres, por ejemplo en la empresa de la familia, puede que nos traiga la seguridad de estar “bajo techo”, de tener un sueldo a fin de mes asegurado pero a la vez hacernos sentir totalmente infelices. Puede agobiarnos, convertirnos en un autómata pero el medio a vivir la libertad a la intemperie nos genera terror. Como cortar con esa seguridad ¿no?
Hay veces que la empresa que trabajamos es corrupta. Bueno, no la empresa. Sus dueños o directores. Nosotros lo sabemos pero estamos cómodos y protegidos “bajo techo”. Pero después nos quejamos de la corrupción del país.
Muchas veces vivir “a la intemperie” nos asusta. No lo intentaríamos. Pero a la larga, no hacerlo, tiene sus costos. En nuestra salud, en nuestro desarrollo profesional o en nuestras ambiciones y proyectos.
También sucede en las relaciones de pareja. Una relación tortuosa, o monótona sin amor, puede darnos un “techo” sobre el cual nos sentimos medianamente seguros. Pero no somos libres. Jugársela, dejar una relación tóxica o simplemente cortarla porque no nos lleva a ningún lado, es para valientes que están dispuestos a asumir el riesgo de vivir “en la intemperie”.
O quizás vivimos con nuestra suegra/o siendo una situación insostenible. No nos plantamos frente a nuestra pareja para no asumir los riegos que eso conlleva. Y no se trata de “soltar”, palabra de moda que me suena más a ir dejando todo lo que nos ata sin compromisos. Me refiero a esa sensación de falsa seguridad que nos brinda el “techo” de turno y nos anestesia frente a cambios y decisiones que debemos tomar.
Hay cientos de ejemplos de “techos” sobre los cuales nos cobijamos por no afrontar el cambio… La libertad vivida a la intemperie la entiendo como vivir libre aunque no todo sea ideal, aunque cueste y haya sacrificios.
En mi caso haber tomado conciencia de que tengo “un techo” que resolver, se disparó al escuchar la frase en la radio. Y como todo “descubrimiento”, hay que compartirlo por si ayuda a otro. 🙂
15 noviembre, 2017 a las 2:12 pm
Gracias … estoy transitando por una situacion similar en lo laboral, y me cuesta …. aun teniendo a mi lado un compañero que me apoya.
15 noviembre, 2017 a las 6:18 pm
A todos nos pasa. En uno u otro ámbito. Lo importante es, al menos, ser conscientes
15 noviembre, 2017 a las 6:52 pm
A mí me pasa lo mismo con el laburo, trabajo con mi mamá y aunque le trato de poner onda, afecta la relación familiar. Pero como soy jubilada por invalidez permanente, total e irreversible no puedo trabajar en ningún lugar en blanco o consegir otro en negro porque por mi enfermedad a veces paso periodos en los que poco puedo hacer y eso mi vieja lo banca pero un extraño no… Vivía con ella y tuve que irme porque es adicta al trabajo y pretendía lo mismo de mi y yo no puedo ni quiero seguir ese ritmo. Si mi jubilación fuese mejor o si logrará armar un negocio con los tejidos dejaría sin dudarlo, por el bien de las dos, pero todavía me falta para eso. Ahora me voy a vivir a Cosquín y la idea es venir a Córdoba tres veces a la semana nada más…. Hasta que ella se decida a cerrar el estudio ( tiene 74) o pueda armar mi negocio con los grupos de artesanos que hay allá… Pero son decisiones difíciles, no quisiera dejarla sola con todo el trabajo pero a esta altura de mi vida y de mis circunstancias tengo que empezar a replantear las cosas.
Cómo siempre tu post me llega profundamente y lo que decís es tan cierto!!! Cariños
16 noviembre, 2017 a las 1:31 am
Hola! Bueno, en tu caso es diferente y se entiende tu reparo al cambio. Pero es muy lindo leer que a pesar de todo le buscas la vuelta. Ojalá se dé como soñas… Te mando un abrazo grande. Éxitos en lo que emprendas. Juano
16 noviembre, 2017 a las 12:18 am
Que linda nota! Yo también estoy pasando por una situación similar. Me encantaría no trabajar mas en una oficina!! Y poder dedicarme a lo que me apasiona….el turismo!! Pero no dentro de otra empresa…eso seria solo cambiar de rubro…sino en un emprendimiento personal….eso seria perfecto!
Pero como bien decis vos Juano…dejar la “seguridad” de la relación de dependencia…no es fácil….por muchos motivos. El principal…es el sueldo a fin de mes que nos permite pagar todos los gastos fijos.
Hace un tiempo vi un chiste de TUTE donde un Sr de traje va como todos los dias de su vida a la oficina….pero en un globito mostraba como soñaba con viajar…y decia…”por mas que trabaja nunca deja de soñar”.
Ese es mi espiritu hoy…..ir pensando/planeando algo que se pueda concretar a futuro.
Lei hace un tiempo tu nota de la rana y la cacerola….ya ahi…me dió un empujoncito pata empezar a armar una especie de blog de turismo….muy pequeño…pero que sirve en principio para escrubir sobre lo que me gusta….espero que en algunas semanas vea la luz.
Un dia si podes…podemos hacer un momento cafecito…y charlemos ideas para llevar a cabo en este mundo que nos apasiona.
Sos un referente para mi….por la forma de escribir…de transmitir sensaciones y de incentivar a los demas a llevar a cabo los sueños.
Gracias Juano!!
16 noviembre, 2017 a las 1:01 am
Hola Gonza. ¡Gracias por tus palabras y por leerte el post!
Yo abrí el blog para compensar un trabajo muy estresante que tenía. ¡Es un buen complemento! Cuando quieras tomamos un café, por zona norte o capital te viene bien? Saludos!!
16 noviembre, 2017 a las 3:07 am
Muy interesante Juano!! Lo veo relacionado a tu post de la cacerola . Tiene q ver con zonas de confort. Es un gran desafío salir a la intemperie, vale la pena aunque los resultados no suelen ser inmediatos, pero a la larga siempre es ganancia
Beso!!
MARU
16 noviembre, 2017 a las 9:51 am
Hola Maru. Exacto. Es el mismo concepto que la cacerola aunque ese lo relaciono estrictamente con lo laboral. Este me sonó más general, para muchos órdenes de la vida. Gracias por tu paso por Juano Flyer 🙂
20 noviembre, 2017 a las 9:36 pm
Bellísimo post Juano! Yo tuve la suerte de liberarme de ese “techo”, me recibí de bioquímica, pero no me sentía cómoda con el rol, con lo que “debía ser”. De casualidad (?) comencé con las redes sociales en mi antiguo trabajo, hasta que surgió la oportunidad de mudarme a la ciudad de mis sueños junto a mi marido, dejar la “oficina” (o laboratorio, en mi caso) y empezar una nueva etapa: trabajar desde casa y descubrir que es lo que realmente me gusta hacer: la comunicación/difusión. Hasta mi marido se sumó también a la aventura de ser freelance!
No voy a negar que en algún momento del camino tuve alguna duda y hasta miedo, pero hay que animarse a dar el primer paso, es muy acertada la frase “La libertad se vive a la intemperie, no bajo techo” e indefectiblemente te trae buena energía y alegrías :).
Éxito con el techo a resolver!
21 noviembre, 2017 a las 12:42 am
Hola Gabi. Estos son los testimonios que valen y me gustan mucho. Los que se animaron y lo cuentan en primera persona. Te felicito, los felicito. A seguir vendiendo las dudas y el miedo 🙂
29 noviembre, 2017 a las 9:28 pm
Muy bueno. Coincido, cada uno necesita un techo en algun aspecto. Y no esta mal tener claro que es lo que te da tranquilidad cada dia o que algunos techos sirven para cubrir necesidades reales o posibilitar la persecucion de otros sueños o placeres. Hay gente que creo necesita estar en pareja si o si (cortan y arrancan con otra a pesar de enormes frustraciones) y otras que siguen sueltas por ahi.
Y en lo laboral, tengo claro que la relacion de dependencia en si no inhibe la libertad ni es un techo seguro. Si haces lo que te gusta y tenes la posibilidad de hacerlo contento, no es frustrante, no todos son creativos ni tienen la posibilidad de concretar todo. Lo bueno es tener otros rubros o medios de canalización de los sueños, y tu intemperie puede estar en otro lado.
A mi me sirve la relacion de dependencia, probe la intemperie laboral y no me mato del gusto. Busque trabajos entretenidos y rechace seguros. Falle. Aprendi. Me tocaron otros que no fueron lo mejor, pero tampoco me matan. Pero la intemperie la encontre en otras cosas. Y la disfruto. Y la relacion de dependencia me da la posibilidad de disfrutar la intemperie de lo que disfruto. y disfruto encontrado “patios descubiertos” en el techo laboral, como un juego de libertad de a ratos.
30 noviembre, 2017 a las 1:24 am
Ud es sabio Hernán. Corrió mucha agua bajo el puente. Tenes razón y me viene a la memoria una frase que me gusta mucho “a veces se gana, siempre se aprende”
11 diciembre, 2017 a las 2:58 pm
Me pasó en el tema de la pareja. Me fui de una relación de muchísimos años. Con el trabajo a esta altura de la vida, me cuesta más. A veces me lo planteo, pero me falta muy poco para jubilarme. No sé… se ve que no llegué a mi límite aún. Pero entiendo que una vez que se te instala “el bichito de la duda”, muy difícil ignorarlo.
Gracias como siempre, por compartir tus pensamientos.
Abrazo!
11 diciembre, 2017 a las 3:28 pm
Gracias Paula por tu comentario y confianza. El trabajo, si no estás al límite, hay que bancarlo. Pero lo importante es que sea un medio para lograr otras cosas que nos hagan felices. Pero es un tema!!