Tengo vivo el recuerdo de la infancia al finalizar las vacaciones en Bariloche, mi mamá, en la curva camino a Buenos Aires de donde se veía por última vez la ciudad, comenzaba a llorar. Las primeras veces le preguntaba que le pasaba y respondía que se ponía triste porque se terminaban las vacaciones y no sabría si volvería allí (por más que fuimos cada año durante 18 años, ella lloraba cada vez que dejaba la ciudad).
Yo no me pongo nunca triste porque se acaban las vacaciones. Siempre agradezco la posibilidad de haberme ido y me alegra muchísimo volver.
Y en verdad uno no vuelve a su casa, vuelve a su hogar. Tanto en ingles como en castellano, “casa” (house) no es lo mismo que “hogar” (home).
Lo que uno extraña es su “hogar”, no su “casa”. Uno extraña sus rutinas, sus olores, su cama, su baño, sus plantas, sus animales, su barrio, el olor a su café o sus tostadas, su mate, su familia y sus amigos, su pijama, su remera vieja para dormir, su bicicleta, sus instrumentos, su cocina y sus utensillos de cocina, “su” panadería, “su” fabrica de pastas… algunos extrañamos el trabajo.
Por eso creo que volver de las vacaciones no debiera ser un proceso triste. Volvemos a nuestro hogar, con todo lo bueno que ello significa. Y si lo negativo superase lo positivo, hay una oportunidad de cambio que hay que explorar e intentar modificar.
Ayer volví de Italia a las 9AM. Al abrir la puerta, sentí ese “olor” a “mi hogar” y me sentí feliz. Mi esposa había dejado la casa ordenada (aunque no hubiese importado el detalle) y como siempre en la cocina, debajo de la campana de vidrio sobre la mesada, había algo de lo que ella había preparado. El cuarto de los chicos estaba impoluto, pero cada uno de ellos tres había dejado una marca de su paso reciente. Me bañé y a pesar de que cualquier baño de un hotel es mas grande y lindo que el mío, abajo de la ducha agradecí estar de nuevo en esas cuatro paredes.
Justo ese mismo día, leí una nota de Nicolás Artusi para el diario La Nación. Nicolás detalla el secreto de la felicidad de los daneses, quienes aparentemente son el pueblo más feliz del mundo.
En una parte de la nota dice “el secreto está en el hygge (pronúnciese hoo-ga), un término intraducible que expresa el sentimiento de sentirse bien en un hogar cómodo, calmo y cálido (…)“. La nota detalla otros conceptos, pero ahí está de nuevo la palabra clave. Un “hogar” cómodo, que no es lo mismo que una “casa” cómoda. La casa es la que alquilamos en las vacaciones, la que nos prestan unos días o la “casa” que tenemos de fin de semana. Pero “hogar” es uno solo. No existe el “hogar” de fin de semana. No existe el “hogar” de mis padres o el “hogar” de mis amigos
Hogar es el nuestro. El que vivimos y construimos todos los días. El que dejamos felices cada vez que salimos de vacaciones pero al que vuelvo feliz cada vez que me toca regresar. Es el que me gustaría vivir y morir. Es el que me genera seguridad ante la lluvia torrencial, una tormenta o es en el que siento calor de hogar cuando hace frío.
Por eso no importa si es lujoso o sencillo. Es lo que cada uno quiso o pudo construir. Es “eso” lo que extraño cuando un viaje supera los 15 días.
Por eso hoy no imagino llorar como hacía mamá. Salir de vacaciones me genera tanta felicidad como regresar. No hay hotel ni casa ni Airbnb que se compare a mi lugar y eso no lo cambio por nada. Un hogar no se reserva en Booking, en Trivago o Despegar. Eso lo construye uno y es el remedio para combatir el eventual bajón de que se terminen las vacaciones.
No estés triste porque terminó, sonríe porque sucedió.
Y a vos, ¿qué te pasa?¿cómo llevás el regreso de un viaje?
1 junio, 2017 a las 9:48 am
Que cosa Juano, estoy leyendo tu relato mientras escucho September Morn, de Neil Diamond, bella melodia de los 70, con un cafe mirando el dia gris desde mi ventana. Combo perfecto para lagrimear. Y si, comparto lo que nos contas, nada se compara con el placer de entrar en tu casa y sentir el abrigo y la proteccion de esas paredes.
Tambien me pasa lo mismo que a tu mama. Tiendo a llorar cada vez que dejo una ciudad. No se, me da una sensacion de “definitividad” que me llena de melancolia. Aunque sepa que voy a volver.
En fin, creo que todo lo que tenga que ver con los sentimientos , esta bien. A lo mejor, esa nostalgia sirve para ir preparando el proximo y dar paso a la euforia!
Muchos saludos!!
Sandra.
1 junio, 2017 a las 8:51 pm
hola Sandra! jejejej “combo perfecto para lagrimear” El otoño es una época especial para eso….
Cada uno sobrelleva “el retorno” como puede. Y también es verdad que liberar un sentimiento a través del llanto no está mal… Se ve que yo salí a mi papá en ese sentido… jeje
Gracias por pasar y comentar!
1 junio, 2017 a las 11:52 am
Tenes razón Portu. El temita del café es verdad… Será que yo tomo generalmente té o mate… jejeje
Abrazo grande y volvamos de viaje para programar la proxima salida!
1 junio, 2017 a las 12:32 pm
Hola Juano, feliz de leerte
En mi caso no comparto, por suerte (o desgracia para el caso!) mis últimos viajes fueron al exterior, y al llegar a casa (mi país, mi ciudad), me entristece enormemente lo mal que vivimos y como nos hemos acostumbrado a ello.
Cuando regreso a mi país no puedo dejar de comparar la cultura (me refiero a la forma que vivimos, no a la cultura referida en términos de arte) de paises que he visitado y me entristece mucho.
Cuando regreso a mi país veo las barbaridades que ocurren en materia de inseguridad y no puedo creer como nos acostumbramos y naturalizamos todos esos hechos.
Dicho esto, la comodidad de mi “hogar” personal pasa a segundo plano, me alegro y agradezco haber podido viajar, pero me entristece volver a mi país en las condiciones actuales.
Un abrazo, siempre es un gusto leerte.
1 junio, 2017 a las 8:48 pm
Hola Marce. Y si, en parte tenés razón. Una cosa no quita la otra.
Es verdad que al conocer otros países Argentina no queda bien parada en muchos aspectos. Pero en tantos otros creo que estamos por encima de la media. Pero esa bronca me agarra en el día a día. No estando de vacaciones ni al volver.
Gracias por tu comentarios y dejar en claro tu sentimiento/opinión respecto del tema planteado. Abrazo. Juano
1 junio, 2017 a las 1:06 pm
“Se viaja para volver” es una de mis frases preferidas. Y yo extraño la rutina. Hace unos años me pasaba que dos o tres días antes de volver ya me ponía de mal humor y no disfrutaba. Me mata las distancias, estar tan lejos de todo. Pero bueno, agradezco la posibilidad de viajar. Me sentí bastante identificado con esto. Saludos.
1 junio, 2017 a las 8:53 pm
hola Santi. Te voy a robar la frase. Me gusta el concepto pensado de esa manera “se viaja para volver”…. Buen resumen de un sentimiento que me llevó un post que se entienda jejejeje. La frase lo resume muy bien… Abrazo!
1 junio, 2017 a las 4:19 pm
Que lindo post Juano. Y justo te leo desde una casa de Airbnb espectacular, con pileta, parrilla, a pasos de un mar cristalino… a todo culo. Sin embargo, no lo cambio por mi hogar, mucho más austero pero en fin, mio!
Buen regreso a casa. Abrazo
1 junio, 2017 a las 4:43 pm
Juano! Que buen post! Me encantó! Me pasa exactamente lo mismo, me pone feliz regresar a mi hogar, a mi rutina, a las costumbres de nuestro país (buenas o malas… no importa!) Hasta volver a ponerme a trabajar me gusta!
Puede sonar tonto, pero cada viaje que he podido hacer, me permite conocer otro país y al mismo tiempo descubrir cuanto me gusta mi país y sobre todo el hogar que formamos con mi marido. 🙂
1 junio, 2017 a las 8:55 pm
Es así Gabi. Argentina es así. Sale mal en comparación con algunos destinos pero uno la ama y le costaría dejarla. Donde esté ese “hogar”, uno lo va a extrañar y va a querer volver…
1 junio, 2017 a las 9:03 pm
A mí me produce sentimientos encontrados. Siempre me alegra volver a casa, pero también siento que dejó una pequeña parte de mí en los lugares que visito y no puedo evitar echar de menos esos sitios.
2 junio, 2017 a las 12:03 am
Hola! lindas palabras como siempre.
A mi no me entristece volver, porque significa que he disfrutado de los días anteriores y que todo salió bien, Viajando en auto hay más temores que ocurra algo desagradable.
Si bien nada se compara a “mi” baño, cama, etc y es una placentera sensación reencontrarnos, no extraño absolutamente nada mientras viajo, podría tranquilamente sacar pasaje por 3 meses o lo que sea jaja Si bien falta el contacto físico con la familia, verlos y oirlos por video conferencia es suficiente para mi y conste que en los dos últimos viajes ya era abuela:)
Besos!
2 junio, 2017 a las 12:22 am
Hola Juano! Con lo que lloro cada vez que se termina un viaje, te imaginarás cuanto atrapó mi atención este post.
Me identifico mucho con tu mami. Lloro siempre al final de cada viaje, aunque vaya 3 días a Miramar. Lo hago desde que era chiquita y no logro cambiarlo jaja lloro incluso cuando un día de viaje muy lindo se termina: por ejemplo al cierre del parque de Disney o a la noche con la Torre Eiffel iluminada.
A veces siento esa sensación de pensar que quizás no vuelva como tu mamá, a pesar de que la experiencia demuestra lo contrario. Otras veces me invade una profunda nostalgia ante el inexorable paso del tiempo, pensando que ese tiempo tan maravilloso ya es parte del pasado. Anhelo tanto cada minuto del viaje que me entristece que se termine.
Siempre busco mis recursos anti “depresión post viaje” y voy a tener en cuenta este post seguramente! Claro que siempre volver al hogar y encontrar a la familia con los brazos abiertos y un rico plato de comida (sobre todo luego de comer afuera tantos días!!) es una caricia al alma y produce la misma felicidad que un dia en París!
Me encantó el post!
Besos!
3 junio, 2017 a las 11:04 am
A mi particularmente me encanta volver a mi casa por todas esas cosas que decís. Siempre me gustó y comparto tus palabras. Como digo siempre: No sería un viaje si no tuviéramos un hogar donde volver.
Abrazo Juano!
4 junio, 2017 a las 2:22 am
Hola Noe. Hermosa frase que pienso adoptar “no sería un viaje si no tuviéramos un hogar donde volver”. Gracias por tu paso y comentario 🙂
5 junio, 2017 a las 8:17 pm
Hola Juano! Gracias por el/los post q escribís!
En esta oportunidad, no concuerdo con tu sentir! Yo siento nostalgia cuando se termina un viaje y NUNCA me pasó de tener ganas de volver!! No siento extrañar nada de lo que describis! hoy por hoy, se puede estar en contacto con los que queres muy fácilmente; y con lo material “mi cama”, “mi baño”, etc. no siento ningún tipo de apego. Hice viajes largos (de meses) y lo único que deseaba era llegar, abrazar a mis queridos y volver a donde estaba! (solo una necesidad de contacto físico … igual fue antes de internet). Saludos y aunque no coincidimos, me gustó tu post! Andre
8 junio, 2017 a las 9:38 am
Hola Andrea. Que bueno que no coincidimos. Me gusta el debate o el punto de vista opuesto para conocer otras realidades. Nunca estuve de viaje “por meses”, debería para ver que se siente jejeje
10 julio, 2017 a las 2:45 pm
A mi me angustio mucho volver de Disney, tarde un mes en superarlo. Me encanta mi hogar pero bueno, no tiene tanta magia jaja
10 julio, 2017 a las 12:47 pm
Jejeje… Es normal. Pero seguramente volverás y con ese viaje la magia 🙂