Ya pasaron casi 3 semanas de la foto con la que presento este POST. A propósito dejé pasar un tiempo prudencial para no escribir desde la euforia que significó ser testigo de ese momento. No puedo escribir sobre los 25 km de montaña ni lo increible del Lago di Como sin antes escribir estas palabras de agradecimiento. A Elisa le dediqué casi en exclusiva todos los elogios que aprendí a los largo de estos 40 años. Me tiene perdidamente enamorado, fascinado y admirado. Ya no tengo mucho más que decir, salvo que relataré, dentro de pocos días, en detalle la carrera de 25 km que con 28 grados de calor ella supo encarar de manera asombrosa para su edad. La carrera en sí fue un viaje dentro de otro viaje.

Pero hoy quiero escribir sobre los socios que tuvo esta locura. Gente que se puso al hombro un proyecto sin siquiera haber visto a Elisa en su vida. Gente que se enamoró sin verla. Gente que ayudó sin viajar y sin correr… Gente que disfrutó de todo esto a través de las redes sociales y hoy lleva grabado en su corazón la medalla que significa haber sido parte.

Muchos saben que este sueño empezó con una pregunta a Elisa sobre si tenía un sueño que todavía no haya cumplido. Y Elisa respondió “correr una carrera en Italia“. Publiqué el POST “Honrar la vida” y apareció la piedra fundacional de este viaje. Una persona que hasta ese momento no conocía a Elisa pero de inmediato me dijo que tenía la posibilidad de conseguir pasajes a Italia a costo de familiar de empleado de aerolínea. Y justamente por eso digo “piedra fundacional”, porque sobre ese ofrecimiento se cimentó el proyecto.

Enviamos emails a varios organizadores de carreras que aparecían en la zona donde había nacido Elisa, en los alrededores del Lago di Como. Elisa correría el Cruce de los Andes en Febrero de 2017 (100 km en 3 días), por lo que necesitaba descansar al menos 3 meses para volver a correr. Es decir la carrera podía ser en Mayo o Junio o luego del verano, entre Octubre y Diciembre. Nadie nos respondió, salvo Ivano Paragoni, organizador del Trail del Viandante, carrera de montaña que se llevaría a cabo el 28/05/2017.  De inmediato, como corredor pero principalmente como otra generosa persona que se enamora de la “causa Elisa Forti”, nos ofreció la inscripción gratuita y alojamiento a través de un sponsor de la carrera.

Ya teníamos pasajes muy baratos, la inscripción a la carrera y alojamiento. Faltando 5 meses apareció una productora con ganas de hacer una película, quienes se encargarían de costear el viaje de Elisa y su hija ya que buscarían sponsors y abrirían un proyecto Ideame para financiar la película. En una Argentina donde las necesidades son muchísimas y esto no reviste prioridad, no se logró reunir ese dinero y si bien la película se hará, estábamos de nuevo “solo” con los pasajes baratos, la inscripción de la carrera y el alojamiento.

Nunca imaginé, con o sin película, que todas las marcas y empresas que contactamos no nos apoyarían. Tocamos muchísimas puertas y todos dijeron que no. Para mi Elisa reunía y reúne los valores a los que cualquier marca hubiese querido relacionarse. Pero quizás tenía que ser así…

Con mucha vergüenza y a espaldas de Elisa, abrimos un proyecto Ideame para reunir fondos y pagar la porción de los pasajes de Elisa y su hija más los gastos necesarios para una semana en Italia. Y ahí aparecieron 55 colaboradores anónimos que pusieron su parte y completaron lo mínimo que faltaba. Tuvimos la alegría de saber que esto ya era posible a días de subirnos al avión. Pagamos los pasajes de Elisa y su hija además de otros gastos menores, con la confianza de que algo finalmente sucedería por el saldo… Y efectivamente apareció otro personaje anónimo de gran corazón que completó lo que faltaba.

Todo, absolutamente todo fue un sueño. Pero no hay que minimizar el costo de 2 personas en Italia durante una semana. Es mucho no solo para el bolsillo de Elisa sino para todos nosotros. Y todo se encadenó de una manera que no se puede explicar, a mi parecer, desde lo racional.

Una persona puso los pasajes a costo, luego apareció Ivano desde Italia, quien a 11.200 kms y confiando solo en un email nos ofreció lo que estaba a su alcance. Y después aparecieron ustedes. Hasta apareció Laura, personal de Alitalia que cuidó y mimó a Elisa durante todo el vuelo (y apenas la conocía) y aún hoy siguen en contacto.

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Necesitaba ordenar esto para que lo lean. Para que sean conscientes de lo que lograron. Para que vean que el mundo está lleno de injusticias, de guerras y malos momentos, pero a la vez hay gente buena, generosa, que cree que vale la pena ayudar y ser ayudado. Que tiene todo el sentido del mundo soñar a lo grande y cumplir sueños. Que empezar a correr a los 70 años habla de voluntad pero a la vez habla de soñar. Que cruzar los Andes con 82 años habla de una genética y cuerpo privilegiado pero a la vez habla de que los adultos mayores pueden ser un ejemplo para todos nosotros. Habla de una mujer de corazón ENORME, que nunca pide nada a cambio en todas sus participaciones benéficas y con fin de lucro, pero que NO REPARA JAMAS, ni un segundo en ello,  cuando NADIE de ese círculo del running decidió apoyarla.

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La carrera de Elisa no se circunscribe en el milagro físico que significa su mérito deportivo. Este proyecto a pulmón, donde juntamos cada peso en forma anónima y desinteresada, habla de lo increíble que puede ser el ser humano cuando se encolumna detrás de un fin que vale la pena. No quiero quitarle méritos a esta gladiadora de jóvenes 82 años, pero las lágrimas que derramé al verla cruzar la meta y que se asoman al escribir este último párrafo, tienen tanto o más que ver con Elisa pero también con todos y cada uno ustedes.  No pudieron estar en la linea de llegada pero sabía que se alegraban como si hubiesen estado. Sepan que sin su apoyo no hubiese sido posible.  DE CORAZON, MUCHAS GRACIAS.