Mi entrevista de hoy sería diferente. No solo porque Consuelo lo sea. Obviamente cada una de las personas que conozco para la sección “Historia de un viaje” lo es, sino porque la fui a conocer al Hogar Marín, donde ella reside. Es inevitable que se entremezclen la historia de Consuelo en su España natal con la realidad de un hogar donde viven adultos mayores sin recursos o recursos muy limitados o sin la posibilidad que los cuiden sus familias.
Consuelo está en silla de ruedas porque tuvo una operación de caderas. Pero ya está en rehabilitación y lista para volver a caminar en breve.
Apenas me saluda me aclara: “tengo 92 años, pero los últimos 70 los pasé en la Argentina. Y acá voy a morir. No me voy más de acá”. Consuelo ama la Argentina. Es española. Nació en Galicia, en un pequeño pueblo llamado Sande. Apenas Consuelo terminó la frase me recordó la pregunta que me hice muchas veces en mi vida ¿por qué habitualmente pensamos que la felicidad está fuera del lugar donde vivimos? ¿por qué se nos va la vida pensando que en otro país viviremos mejor? Pregunta que me hice y que me hago a diario. Vivir en el exterior fue una experiencia muy buena. Hasta hace unos años quería repetirla. Quizás porque mis hijos estén más grandes no lo haría de nuevo. Para ellos no son fáciles los cambios. Pero soy muy inquieto y siempre ronda mi cabeza. Consuelo me ayudó, con su historia de vida, a repensarlo y mirarlo en perspectiva.
La razón de Consuelo quedaría clara en su segunda frase, cuando le pregunté por qué vino a la Argentina siendo tan joven: “por hambre“. Consuelo tiró por tierra cualquier análisis ulterior. Pero no es el caso de muchos que teniendo todo, deciden emigrar.
Consuelo con 17 años se puso de novia con Servando. Vivía en un pueblo vecino. Me cuenta que cada día cruzaba una montaña para visitarla. “A causa de las guerras, los lobos andaban muy nerviosos y atacaban por hambre. Servando, si escuchaba ruidos en el bosque, prendía una piña con fuego para evitar que algún lobo se acercara“. No dejaba de visitarla a diario y un día le ofreció matrimonio. En esa época los padres prestaban consentimiento y ese día ella tomó conciencia que su padre la quería “nunca supe lo que era el cariño de mi padre. Allá no había cariño. No había tiempo para cariño. No había un beso. No había un abrazo. Todo era trabajo, trabajo, trabajo. Arar, recoger, trabajar las viñas y el viñedo. No tenías tiempo para nada. Pero uno no lo piensa… Yo tenía 17 años. Los padres no daban cariño. Cuando terminó Servando de decirle a mi padre que nos íbamos a casar, mi padre se retiró y le dijo a mi madre: ahora que la veíamos mozita, linda, disfrutando de las fiestas, se nos va. Ese día supe que mi padre me quería.”
Tuvieron un hijo. Vivían con la madre de Servando, ya viuda, que les hizo un lugar en su humilde casa. Tomó cuerdas “de esas que se usan en los barcos“, las entrelazó y con hojas de maíz les hizo un colchón.
Un día su marido le dijo que se iban a Argentina. Servando tenía un tío allí y en Sande no tenían posibilidades de progreso. Consuelo no cuestionó la decisión. Pero no se quería ir y separarse de su familia.
El camino para tomar el ómnibus a Madrid fue muy duro. Consuelo recuerda que una niña llamada María, que cada vez que pudo regresar a Sande se lo recuerda y agradece, le tomó su hijo en brazos durante esos kilómetros que caminaron. Consuelo ni sabía que era Argentina. No se podía imaginar nada diferente a su pueblo. Sus padres gritaban, lloraban por su hija y nieto a los que pensaban quizás nunca más volverían a ver. La madre de Servando, en una situación similar, lloraba y gritaba: “ahora quedaré viuda de la vida, ya no solo de mi marido“. Su único hijo se iba…
Si yo, que me fui a vivir a Chile (a dos horas en avión y 60 años después) aún recuerdo lo duro de la despedida en Ezeiza donde mis papás y mis suegros despedían a sus nietos y me conmuevo, esta escena que relata Consuelo me llega muy adentro y emociona.
La historia que relató Consuelo al llegar a Argentina no dista mucho de los miles de inmigrantes que Argentina recibió. En su afán de progreso trabajaron mucho y muy duro. La casa propia como objetivo era el motor para trabajar cada día. Educar a su hijo, que se convierta en un hombre de bien y tener las necesidades básicas resueltas, era lo suficiente para ser feliz. Servando consiguió trabajo, apenas llegado, en la cervecería Bieckert. Consuelo se ocupó de la casa y su hijo.
Cada vez que bajo a un post la “Historia de un viaje” se las leo o la leen mis hijos. Quiero que valoren sus oportunidades y conozcan estas historias de esfuerzo de quienes nos precedieron. Cada lágrima que derramaron, cada gota de sudor por su trabajo, regó una tierra cuyos frutos luego nosotros cosechamos.
Consuelo está en el Hogar Marín porque no tiene quien cuide de ella. Su hijo, único hijo, está en España. “lloro por él noche y día. Pero está muy bien allí”. Sus nietos viven cerca y la visitan. Quizás no tanto como ella quisiera… “el otro día me avisaron que vendría mi nieta con mi bisnieto. Pasó el sábado y no vinieron. El domingo esperé pero tampoco llegaron. Esa noche me acosté llorando hasta que me dormí“.
Hay muchas “Consuelos” que nos rodean. El Hogar donde Consuelo vive hay muchos abuelos con diferentes realidades. Pero hay una cosa en común que no diferencia nacionalidad: la soledad. Si bien no están solos porque en este hogar los rodean muchas personas que les brindan cariño, no están con su familia.
Muchos son inmigrantes. Dejaron todo. Su corazón se partió en dos en búsqueda de un futuro mejor. Un futuro que en algunos casos ni ellos disfrutaron pero nosotros sí. ¿Cómo podemos ignorarlos? ¿Cómo podemos dejar de visitarlos y privarlos de que nos cuenten sus cosas, sus historias, sus tristezas y alegrías?
Es verdad que cada uno asume su propia historia y consecuencias. Pero en este caso, quiero destacar en particular la figura del inmigrante que emprendió un viaje sin saber más que el nombre del país que lo recibiría y hoy está solo. Es injusto. Me duele y me cuesta digerirlo.
Al volver a España, luego de muchos años, caminando por Madrid se decía a sí misma “ay, Madrid, Madrid, que linda eres. Pero mucho más linda es Buenos Aires“. Consuelo pasó de todo en nuestro país. Tuvo épocas buenas y malas. Democracias y dictaduras. Pero ama entrañablemente la Argentina. Por nada del mundo viviría en España. Es más, no dejaría por nada del mudo el Hogar Marín. “Del hogar no me voy más. Esto es la gloria. Acá tenés todo.” Le pregunto que es lo que le gusta del Hogar “Todo. La limpieza. La educación, la comida, las hermanitas”.
Al volver a casa, le conté a mi familia la historia de Consuelo. Vamos a ir a visitarla con mis hijos. Les muestro la foto que está debajo. Uno de ellos me dice “está contenta”.
Absolutamente. Consuelo está contenta. Si bien me parece que el día que dejó Sande para venir a la Argentina no imaginó terminar sus dias sin estar rodeada de su familia, nunca se quejó. Su misión está cumplida y a pesar de que a muchos nos cuesta, ella dió todo y no reclama algo por ello.
23 septiembre, 2016 a las 2:40 pm
Excelente Juano! Si tu idea es la de emocionar al lector, conmigo al menos lo venís logrando con estas historias.
La verdad que me quedé sin palabras así que solamente te mando un abrazo!
23 septiembre, 2016 a las 2:43 pm
En principio disfruto de las historias mientras hago las entrevistas. Después quiero que lo lean mis hijos. Y la frutilla de la torta son los comentarios como los tuyos! Gracias!!!
23 septiembre, 2016 a las 2:45 pm
Me llego al corazon este post Juano. La historia de Consuelo me recordo la de mi nonna, Micaela que partio a los 93 años el año pasado. Ella nacida en Madrid con un padrastro perseguido en plena guerra civil escapando a los 14 años con destino a casa de sus abuelos en Burdeos. Ella recordaba el hambre atravesando durante 2 semanas los campos y valles y comiendo solo chauchas crudas que encontraban. luego de 1 año en Burdeos la odisea de llegar a Buenos Aires desde Amberes con el miedo que de España los detuvieran en alta mar y apresaran. Su gran felicidad fue llegar a Rio de Janeiro en una escala con su pueblo alegre y clima tropical. En Argentina se enamoro de mi abuelo, ingeniero de YPF y super agradecida de haber criado a sus hijos haciendo patria en campamentos de YPF. Una mujer con mucho miedo q demostrat flaquezas que recien pudo decir las palabras TE QUIERO a los 80 años pero aunque antes no lo dijera lo demostró siempre. Perdon por irme de tema. Gracias por compartir la historia de Consuelo y que siempre mantenga esa hermosa sonrisa. Cariños:
23 septiembre, 2016 a las 3:05 pm
Hola Elsa. Que fuerte! Atravesar durante 2 semanas campos y valles comiendo solo chauchas crudas? y uno se queja cuando pierde el tren para ir al trabajo. Cuanto que aprender de quienes a base de esfuerzo lograron forjar un futuro! Ni hablar el sentimiento de agradecimiento y cero queja que tienen, no? gracias por la confianza en compartir la realidad de Micaela. Un abrazo y muy buen finde! Juano
23 septiembre, 2016 a las 2:55 pm
Excelente nota Juano, me siento muy identificado ya que mi Abuela Milagros tambien es Gallega de Ourense igual qeu Consuelo y llego a la argentina con 17 años , casada por carta con mi abuelo que hacia 1 año que estaba aca.
Me encanta estas historias.
Abrazo a vos y saludos a la bella Galleguita Consuelo
23 septiembre, 2016 a las 3:00 pm
Hola Diego. Se casaron por PODER como Amparo? https://wws.qss.mybluehost.me/juanoflyer/2016/08/30/ser-feliz-es-una-decision/
Se vé que era habitual en esa época. Que loco, no? La semana que viene visitaré a Consuelo y le haré llegar tus saludos. Gracias por comentar. Que tengas buen finde!
23 septiembre, 2016 a las 4:16 pm
Directo al corazón !!! Me hizo acordar a la historia d mi abuela, también Consuelo, q se vino muy joven de La Coruña por el mismo motivo .
Me quede pensando en lo q decís, q tenemos la fantasía q en otro lado viviríamos mejor .. Será así?
Gracias x estas maravillosas historias!!!
23 septiembre, 2016 a las 7:37 pm
Será así? Es la pregunta de mis último 20 años. Tengo la mitad de mi familia en España, toda la rama de mi papá. Acá no hay nadie de la parte paterna y los extraño mucho, mucho. Pero acá tengo la otra mitad y todos los amigos de la familia. Por suerte hoy es más fácil viajar… Y espero lo sea cada vez más!
23 septiembre, 2016 a las 4:32 pm
Duro. Muy duro. Como te dije, no dejo de trasponer los cambios generacionales y de época. De cómo magnificamos todo en mi generación, y no sabemos, los que afortunadamente no nos falto, lo que se trata el esfuerzo, el desarraigo total, la desconexión con el origen. Me movilizaste. Da para pensar mucho.
23 septiembre, 2016 a las 7:34 pm
Vos lo resumiste mejor q nadie. La desconexion con el origen… El desarraigo se debe sufrir menos si se cosechan los frutos a través del amor familiar. Pero en el caso de Consuelo, me duele pensar que esté ahí, en un Hogar
23 septiembre, 2016 a las 6:07 pm
Muy buen relato el de Consuelo, tal vez una triste realidad la q le toco vivir.Leerlo llega hasta las lágrimas pero se la ve con una hermosa sonrisa !!!!!!
23 septiembre, 2016 a las 6:46 pm
Si, es así ella. No se queja de lo que le tocó. Sonríe y agradece.
23 septiembre, 2016 a las 6:46 pm
Si!! Tenemos que ir a conocerla con los chicos!!
23 septiembre, 2016 a las 10:06 pm
Hermoso relato, me encanta la manera en que contás esta historia aunque es dura hasta las lágrimas..
Gracias x compartila con nosotros.
Juli
24 septiembre, 2016 a las 1:45 am
Hola Juli! De nada. Gracias a vos por pasar, leer y comentar!! Nos seguimos leyendo. Buen finde!
25 septiembre, 2016 a las 2:21 pm
Empecé a seguirte hace poco y me encanta tu blog y cada una de las historias y posts.
Esta, como varias otras, también me emocionó hasta las lágrimas.
¡Un abrazo y nos leemos por acá!
25 septiembre, 2016 a las 11:01 pm
¡Hola Magui! Que bueno que te gustó el Blog. Me pone muy contento recibir este tipo de comentarios. Se viene más #HistoriaDeUnViaje. ¡Gracias por pasar y comentar!
26 septiembre, 2016 a las 11:37 am
Hola Juano ! Qué duro ” no había tiempo para cariño” pensar que todos se querían y nadie lo demostraba. Para mí la principal cualidad de esos tiempos era ser fuerte y así sobrevivir.
Gracias por una nueva historia !
26 septiembre, 2016 a las 12:08 pm
Hola Juli. Es tal cual. Yo trato de rescatar el sentido del esfuerzo y trabajo. Obviamente a mis hijos les deseo algo menos duro pero no quiero q olviden q mucho de lo q ellos tienen es por los abuelos inmigrantes! Gracias por pasar y comentar. Buena semana!!
26 septiembre, 2016 a las 3:09 pm
Muy buena historia Juano!. Hay miles de historias de inmigración, muchas la mayoría de ellas con grandes trasfondos familiares. Captás eso que nosotros escuchamos de nuestros abuelos. Es un placer leerte. ¡Abrazo viajero!
26 septiembre, 2016 a las 3:41 pm
Gracias querido! Un honor viniendo de ud! Nos seguimos leyendo! Juano
29 abril, 2017 a las 11:22 pm
Me pasa algo parecido salvando las gigantescas distancias.
Vivo en Santa Fe. Crecí en Puerto Iguazú.
Esposa, 2 hijos, amigos y flía política en Santa Fe.
Pero nada, nada se compara con esas noches de charlas sin sentido con mis hermanos, charlas de fútbol y política con mi viejo etc etc.
Eso si…..no volvería a Iguazú a vivir.
30 abril, 2017 a las 3:27 am
Es muy complejo y personal. Que bueno tener esos recuerdos de Puerto Iguazú… Gracias por comentar. Abrazo!!
25 enero, 2018 a las 4:53 am
Una gran historia. Todos las vidas de emigrantes tienen cosas en comun y no por eso dejan de tener un alma particular cada una. Hoy la tecnologia no te permite imaginar lo que era ir a lo desconocido a intentarlo de nuevo. Que coraje y amor al compañero de vida que hay en cada uno
Que bueno que logres que esa historia particular no se pierda
25 enero, 2018 a las 1:19 pm
gracias Hernán por tu comentario. Es increíble la valentía de ir a un lugar que ni siquiera conocían o habían escuchado. Por eso me impactan estas historias… El esfuerzo, el sacrificio….
8 abril, 2018 a las 12:18 pm
Hola Juano, es domingo, temprano y estoy tomando mate, leo tu posteo sobre Consuelo y no puedo evitar las lagrimas, mis abuelos, tíos y mi padre vinieron de su Asturias natal, corridos por el hambre y la guerra, y encontraron en la Argentina su hogar, la amaron, la sufrieron y hoy sus huesos descansan aqui, tomo tu frase que siempre pensé con palabras parecidas y trasmití a mis hijos, ” Cada lágrima que derramaron, cada gota de sudor por su trabajo, regó una tierra cuyos frutos luego nosotros cosechamos.”, si hoy tenemos Argentina es por lo que ellos hicieron….. Un fuerte abrazo !! José
8 abril, 2018 a las 3:19 pm
hola José! como estás. El motivo de escribir sobre estas historia tiene q ver con eso. Con honrar ese esfuerzo que hicieron y lograron que hoy tengamos lo que tenemos gracias a ellos. Abrazo grande!
8 marzo, 2020 a las 7:26 pm
Gracias Juano por la historia! Como siempre digo, todos nosotros hijos y nietos de inmigrantes tenemos una historia para contar. Estoy llorando mientras escribo, no pudiste haber sido mas claro para contar la historia de Consuelo que representa a todas las Consuelos y Servandos que nos precedieron, y debemos honrarlos porque lo que somos hoy es lo que ellos soñaron para nosotros.
Te mando un beso grande, siempre te leo!
Gracias,
8 marzo, 2020 a las 7:34 pm
Gracias Gloria por tus palabras. Es así, hay muchas historias como esta. Abrazo grande y gracias por leerme.