juano_flyer_logo_final-13¿Quién de nosotros no cayó en la trampa de salir de vacaciones con su mamá, la suegra, la hermana/o y su pareja e hijos, con papás de compañeros de colegio de nuestros hijos o un vecino del barrio que parecía copado?

Bueno, debo confesar que me pasó muchas veces. No estoy en contra y lo seguiré haciendo (creo). Pero el mensaje que quiero darte lo voy a ejemplificar con mi vivencia. No te sugiero que dejes de salir “acompañado”, sino que ante la sorpresa que puede generarte esta experiencia, en vos está que se convierta en una pesadilla o lo termines disfrutando.

Hace un tiempo, con mi esposa Florencia, sumamos a un viaje en pareja a otro matrimonio. No daré muchas pistas por las dudas. El vuelo resultó genial, el hotel también, nos bañamos y quedamos en encontrarnos en el lobby. Resulta que cuando nos tocó decidir el lugar para cenar, mi propuesta fue inmediatamente desechada por mi interlocutor masculino quien opinaba que no era buena idea. Que si, que no, cedí y fuimos a comer “su comida”. De regreso al hotel, donde todo era cordial (recién llegábamos a destino) sugerí encontrarnos a la mañana siguiente a un horario, digamos, temprano. Soy de los que se levanta temprano y salir a las 11 hs. de recorrida citadina no me va. Si mal no recuerdo sugerí 8.30 / 9.00 hs.  Inmediatamente ful nuevamente interceptado, bajo la opinión contraria del mismo interlocutor. Me fuí a dormir, sin antes de decirle a mi esposa: “La cosa pinta jodida. Entiendo que es mi primera vez en esta ciudad y me gustaría comer lo que a mi me gusta, visitar lo que yo prefiera y manejar relativamente mis horarios. Pero desde el minuto que decidimos venir acompañados, me parece que vamos a tener que ceder. Sino esto resultará una tortura.

En otra época yo era más combativo. Defendía mi postura, negociaba y muchas veces me enojaba. En más, te diría que era bastante pesado porque le comentaba a mi mujer que no la estaba pasando bien, que quién se creía, que por qué no vinimos solos, que mañana yo me voy a comer a tal lugar y que si no quieren que no vengan, etc, etc.

Pero esa noche, en esa ciudad que vamos a llamar “MADRID” para despistar, hace muchos años, cambié de actitud. No solo gané yo, ganamos todos. Y a partir del segundo día en esa ciudad, relajé y disfruté. Hasta era irónico y no paramos de reirnos de la situación.

A la noche  a “mi contra” le preguntaba. ¿Te parece si hoy comemos en un restaurante que vi a la vuelta del hotel? A lo que me respondía: “yo había pensado que mejor pastas”. Yo aplicaba el EFECTO MADRID y decía: “Genial, tenés razón, yo también” (aunque yo no como harinas). Al otro día yo opinaba ir a visitar tal Museo e inmediatamente “el” opinaba que le habían dicho que no era bueno. A lo que yo respondía: “si, puede ser”. O decía que no quería ir a ese lugar (aunque SI quería) para que él diga de ir… jajajaja Fueron 5 días de oposición absoluta. No es que sea malo o jodido, es simplemente “un contra serial”. Pero yo no lo había descubierto hasta ese viaje.

Pasaron muchos viajes y salidas. Tengo muchos ejemplos: tenés la pareja que te encontrás en tal estación de servicio y ya los ves que llegan enojados. Y “ella” te dice: es que este pelotXXX no había revisado el auto y….. Y vos decís ¿pero si así arrancamos de plena mañana? O le surten un cachetazo al hijo porque insistió dos veces que quería galletitas… Vos te preguntás… ¿No parecían copados en el ámbito donde los conocimos?

conflictos

También están los que al encontrarnos en la puerta de casa te dicen: “vos andá en nuestro auto con Roberto que las chicas vamos juntas”. Pará flaca, yo me casé con mi esposa, no con Roberto. Quiero que ella me cebe mate y no ir hablando con Roberto de cazar jabalíes….

Pero lo más importante, que el EFECTO MADRID o el EFECTO GAROMPA (para los que son argentinos de mi generación van a entender), puede salvarte de arruinar un paseo o vacaciones.

Con Florencia nos reímos de la situación y aún cuando el paseo o viaje no sea como nosotros queremos o imaginamos, aprendimos a que es mejor RELAJAR que RESISTIR y tenemos que hacernos cargo de la decisión tomada.

Esto no es de un día para el otro. Esa noche en MADRID lo entendí, lo visualicé y lo hice carne. Y lo uso para otros ámbitos de la vida.

Si ya no hay vuelta atrás, si el viaje ya comenzó, si en la cena está la persona que no soportás, si tu suegra no para de hablar, si tu cuñada como siempre no trajo nada y critica lo que vos cocinaste, si el hijo de tus amigos resultó ser un demonio y no para de gritar en el día 1 de 15 días de vacaciones… ¿de qué sirve quejarse o enfrentarse o resistirse?

mihijonomehacecasonomeobedecenihijomepega

En mi caso ahora lo vivo con alegría. Me río de la situación. Obvio que luego de varios años de sufrimiento. Pero el error fue haber puesto el foco en el otro. Gastar energías en pensar que el otro iba a cambiar. Fue y es más fácil ceder, cambiar un poco yo, y todo fluye de manera más armónica y hasta graciosa. Tomé la decisión de cambiar yo para que cambie el entorno. A veces cuesta más, pero te aseguro que al final del camino lo vas a pasar mejor.

¿Alguna vez te pasó? ¿Tuviste unas vacaciones que resultaron una pesadilla por la compañía? ¿Te encontraste con perfectos desconocidos en la convivencia de un viaje que no resultaron ser como se mostraban?

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