Hoy se cumplen 3 5años de la muerte de mi papá. Empecé a escribir con la idea de que mis hijos y nietos leyeran en algún momento de sus vidas, si les interesaba, lo que me iba pasando en mis viajes, les quedasen registradas mis recomendaciones turísticas y también para compartirles los eventuales sentimientos que transito.
Muchas veces escribo algunas reflexiones con el único fin de que sean un disparador para quien pudiera estar leyendo. Obviamente, a esta altura no solo mis hijos.
Hoy quiero hablarles exclusivamente a ellos, a mis hijos, pero no tengo ningún problema en que me lea un desconocido. Pensé si exponer este tema. Pero hace rato que en general trato de vivir la vida con menores prejuicios y dejar salir mi parte (muy poco desarrollada) emocional en forma más espontánea.
En estos 3 5 años en que faltó papá no lo extrañé. Su muerte no la sufrí. Lo hablé muchas veces con mi esposa y mi mejor amigo. Es extraño. Pero es así. No la voy pilotear o tratar de vender de otra manera. Mi papá fue la persona junto a mi esposa, mamá e hijos, que por supuesto más amo y amé. Pero su muerte fue reveladora. Fue por momentos, y que no se malinterprete, hermosa. No quería que se muriese, obvio, pero cuando supe que íbamos hacia un final inexorable, sin retorno, pensé que la muerte no se podía racionalizar y debía sacar a la luz mis sentimientos. Eso creí a priori. Pero no fue así. No fue un momento desgarrador sino de plenitud. Por momentos extraña, la quería reprimir. Pero no fue como planee.
Mi papá estuvo casado con mamá 40 años. Se amaron como nunca vi en otra pareja. Papá era docente. Murió siendo director disciplina de un colegio. Me dió todo, estuvo siempre. Un detalle de su presencia constante. Gracias a su carrera por la cual sentía pasión, nunca me olvido que en casa teníamos 3 grandes momentos familiares. El desayuno, donde estábamos todos un poco dormidos, la cena (habitual lugar de encuentro familiar) y la merienda. Este para mi es el recuerdo más lindo. Mi papá y mi mamá SIEMPRE estaban en la merienda. Y siento que hoy, que soy papá, eso era un privilegio. Otro momento grandioso: sus asados. Tampoco recuerdo a nadie que lo preparase con tanta dedicación, generosidad y amor.
Pero no quiero hablarles solamente de papá. Sino del proceso que vivo desde su muerte. Papá tuvo cáncer hace casi 20 años. Del cual se curó (o eso pensamos). Y hace 4 años la enfermedad apareció de nuevo. Esos 11 meses fueron de relativa normalidad hasta que luego de viajar a España para casar a su sobrino, las cosas empezaron a empeorar hasta ser internado. Digo casar, porque papá era Diácono y podía casar, ya que se había ordenado como tal 2 años antes.
Estando en la clínica, era tal el número de personas que venían a visitarlo, que decidí hacer un grupo de Facebook para subir sus partes médicos, novedades, evoluciones y retrocesos. Así descansaba y evitábamos tantas visitas en la clínica.
Y ahí empezó la magia. Todos pensamos que nuestro papá es un héroe. Pero en esos 40 días que transcurrieron hasta su muerte, pasó algo maravilloso. Se armaron cadenas de oración interminables. Yo contaba la novedad del día y empezaba a rezar “Dios te Salva María…” y alguien tomaba la posta con la línea siguiente “llena eres de gracia…” y así por horas la gente por Facebook, si por Facebook, iba rezando. Como había conocidos, familiares y amigos en varias partes del mundo, esta cadena de oración virtual ha llegado a durar horas. Tuve contacto con gente completamente desconocida. Me escribían cosas maravillosas. Chicas de 18 años que me contaron como papá las había ayudado en el colegio con realidades muy fuertes, como anorexia, bulimia, bullying y abuso. Chicos con problemas en sus casas que papá había asistido. Y así podría contarles mil historias. Alumnos que papá casó, hijos de alumnos que bautizó. Pero no es el objetivo de este post hablarles de El, sino de su muerte, lo que viví con ella y su aceptación del proceso.
Recuerdo apenas ordenado de Diácono, se pegaba maratones con el auto viajando a casar ex alumnos. Yo le decía: “que te tiren unos pesos para la nafta y el peaje” . El sonreía y partía a casar a su alumno a Capital Federal. Vivía en Escobar…. O tenía 3 bautismos que celebraba con una alegría inmensa a menos que coincidiera con un partido de River. Y a veces conocía al bautizado 10 minutos antes. Pero lo hacía sin pedir nada a cambio. Solo por amor a lo vocación que había abrazado.
Pero como dije antes, seguramente todos nuestros padres de alguna u otra manera son héroes. Y el mío no es más que el tuyo. Y ojalá yo me parezca en algo a El.
Pero si quiero destacar ese caudal inmenso de gente que hasta ese momento no conocía, que te contaba una anécdota, una situación donde fue asistida por papá, que lo casó, lo ayudó con sus padres, lo hizo zafar de que repitiera ayudándolo a estudiar, o que lo echaran dándole otra oportunidad, etc. etc. etc. He recibido el comentario, no sé, de 150 personas que me decían que mi papá era lo que yo sabía que era conmigo pero de repente lo tuve todo junto en un avalancha de demostración de afecto y cariño. Es como si yo hubiese conocido otra vida de papá hasta ese momento desconocida para mí. Ver decenas de chicos llorando la muerte de tu papá es muy fuerte. Había chico/as que me decían que era un padre para ellos. Que luego de sus padres era la persona que más querían. Que fuerte, yo de casualidad me acuerdo los nombre de mis profesores…
El período de internación no fue fácil, pero todo esto que pasaba se hacía muy llevadero.
Para los que somos católicos, el 8 de diciembre es un día muy importante. Celebramos el día de la Virgen María, la que nosotros reconocemos como Madre de Jesús. Papá era diácono en un movimiento mariano y ese día Ella lo vino a buscar. Hasta eso fue increíble.
Un sacerdote amigo de la familia, estuvo con El unos días antes que perdiera la conciencia, en la recta final. A solas le preguntó si estaba enojado con Dios. El dijo que de ninguna manera. Que Dios le había regalado ya 15 años después del primer cáncer y si era su voluntad, él estaba preparado y no se oponía a ello. Nosotros en familia rezábamos por el milagro. Y el milagro ocurrió. Nosotros queríamos el milagro de la SANACION, pero se produjo el milagro de la ACEPTACION.
Papá vivió 64 años extraordinarios. Descubrió muy joven su vocación. Llegó a un puesto que para un docente podía ser lo máximo a lo que podía aspirar. Estuvo casado con mamá más de 40 años. Tuvo 3 hijos y a cada uno le dió todo. Los vió recibirse, casarse y fue abuelo por 9. Falleció aceptando que eso era lo que Dios le pedía y rodeado no solo de su familia sino del reconocimiento de su familia, sus alumnos, ex alumnos, padres, amigos, colegas, de la comunidad donde ejercía su diaconado, entre muchos otros grupos donde estaba presente.
Al día siguiente de su partida, hicimos una misa en el colegio y era tal la cantidad de gente, que no entraron en el gimnasio cubierto donde se hizo la celebración. Aún hoy recuerdo, unas semanas antes de morir que me abrazó antes de que yo lo despidiera porque me iba de la clínica y me dijo “cuidá a mamá”. El sabía que iba a morir y así recibió la muerte. Como un camino que llega a un fin, pero con la esperanza de que hay otro camino después.
Entonces por qué digo que no lo extraño. Porque no hay nada que no haya vivido. Porque vivo pensando que todos podemos morir mañana. Porque no sufro por los 10 años que le faltaron vivir (si fuera un promedio al que deberíamos llegar) sino que celebro los 64 años que vivió. Me duele que mamá se haya quedado sin su compañero de vida, su piloto en esa vida que iniciaron juntos.
Te podrás preguntar que tiene que ver una cosa con la otra. No lo sé. La muerte es algo de lo que no vamos a poder escapar. Creo que es un error pensar que va a llegar cuando seamos mayores. Y si lo viviésemos con un poco menos de trauma, si celebráramos los años cada aniversario, no tanto por la foto con la torta o el regalo, sino como una verdadera oportunidad de celebrar la vida, podríamos llegar al final, como el de papá, con un sentimiento de gratitud más que de dolor. Es raro. Era mi papá. Puede sonar feo no extrañarlo o no haber sufrido su muerte. Quisiera verlo, abrazarlo o charlar con él nuevamente. Pero lo abracé, lo ví y hablé con él tanto como pude y quise. No sufro por lo que no hice. Además creo que nos vamos a volver a encontrar y ahí el tiempo no pasará, será para siempre.
A mis 3 hijos, me gustaría que lean esto el día que yo haya partido. No imagino que yo no sea el primero en partir. Ojalá lo puedan transitar algo mejor si lo miran con otros ojos. Pero no se puede racionalizar, esto es un sentimiento y uno lo vive como puede. Solo que si viviéramos cada día como si fuéramos a morir mañana, todo sería tan intenso que si nos toca, ya abuelos como papá, estaríamos listos para partir como cuando él se lo contó al sacerdote días antes de su muerte.
La teoría no tiene asidero si se trata de una muerte prematura. De un niño o persona joven. No estoy pidiendo que no se sufra o que seamos robots sin sentimientos.
Pero estoy seguro que si el foco de nuestra vida deja de ser lo material, nos dedicamos a disfrutar más, a viajar más y celebrar el día a día, nos va a costar menos aferrarnos a todo lo que vamos a dejar, cuando nos toque partir. La resistencia de la propia persona que muere o de la familia, no hace más que hacer aún más doloroso todo ese proceso.
Esto no es una clase de nada, de cómo hay que vivirlo ni como debe sobrellevarse. Puede que un ser querido te falte y te duela mucho. Gracias por haber llegado hasta esta parte de la lectura. No creo que ese dolor se alivie después de haber leído esto. Ojalá sea un 1% menos duro si meditas y pudo haber tenido algún sentido.
Hoy le escribo a mis hijos y en homenaje a mi papá. Para que mis hijos puedan leerlo cuando yo no esté y en homenaje a mi papá que con su muerte me mostró que aún ese momento tan duro se puede aceptar con la certeza que tiene un sentido.
8 diciembre, 2016 a las 6:30 pm
Uffff…. tremendamente movilizador. Que compleja la muerte y sus emociones. Yo no perdí a mis padres, pero si a varios amigos del alma de manera horrorosamente prematura, y lo gestioné medianamente bien a pesar del dolor que todavía me causa.
Pero entiendo que esto es diferente, y creo que la ACEPTACIÓN que vos mencionas es la clave incluso de lo que te pasa a vos después. Si el que parte sembró, cosechó y aceptó su partida creo que ayuda a todos los demás a soportar su ausencia.
Un abrazo fuerte, disfrutemos muy fuerte a nuestra familia y ojalá nos toque partir de esa misma forma, con todo resuelto.
10 diciembre, 2016 a las 3:17 am
Hernán, que buen resumen. Así. ACEPTACION con mayúsculas. Nos ayuda a los que quedamos. Y al sentir ese privilegio por lo que mi viejo dejó, tuve la necesidad de compartirlo. Destaco tu ultima frase, ojalá nos toque partir de esa misma forma, con todo resuelto. Abrazo!
8 diciembre, 2016 a las 7:04 pm
Maravilloso Juano. Literalmente sobran las palabras. Los designios de Dios son inimaginables. Siempre digo y estoy segura que hay personas que son ángeles, tienen otra misión en la vida más allá de las que les reconocemos terrenales. Me he cruzado con varios, son sabios maestros que te muestran el camino o te ayudan a transitar ciertas situaciones, y así van por la vida. Por lo que contas, tu papá era así. Estoy muy conmovida por tu relato. Un abrazo para vos y tu familia.
10 diciembre, 2016 a las 3:15 am
Hola Casandra. Gracias, muchas gracias por definir de esa manera a mi viejo. Para mi era tal cual. No pasó por la vida así nomás. No llenó calendarios de años. Dejó una marca muy profunda en mucha gente. Tus palabras son una caricia al alma. Abrazo grande, muy grande.
8 diciembre, 2016 a las 8:09 pm
Hoy estamos unidos en sentimientos. Hermoso relato y muy enriquecedor. Realmente para pensar y por qué no, disfrutar. De eso se trata la vida, de disfrutar, de amar y servir así, de esa manera, nuestro paso por ella no ha sido en vano.
Un abrazo emocionado.
10 diciembre, 2016 a las 3:11 am
Gracias Dinha. Luego de escribir este post leí el tuyo sobre tu viaje a Europa y encontré justamente lo que mencionás al inicio: estamos unidos en sentimientos. Te mando otro abrazo, con el corazón a flor de piel…
10 diciembre, 2016 a las 3:14 am
ayer yo estuve así y comencé a escribir la parte en que lo llevé a mi viejo a París el año pasado…
16 diciembre, 2016 a las 10:52 pm
Lo leí, espectacular. No hay que dejar pasar esos momentos…
8 diciembre, 2016 a las 8:10 pm
Hola, Juano. Estoy llorando como loca con tu post. Mi papá murió cuando tenía solo 39 años, y por eso, también, quizá, yo con mis 37 y mi marido con sus casi 39, estoy en esa etapa de la vida en la que sentís que hay que vivir intensamente todo y entiendo tan bien tu filosofía. (Ya te lo dije en otro post!). Es bastante distinto a lo que te tocó vivir con el tuyo. Yo tenía 15 y a esa edad no podés ver la vida con un poquito de la sabiduría que tenemos a los casi 40. Y sé que él tampoco se resignó, o lo aceptó, porque era muy pronto. Yo estaba por cumplir 15 y era su hija mayor. Cumplía los 15 el 26 de noviembre y él murió el 4 de diciembre. Podrás imaginarte el estado en el que estaba. Tenía cáncer también y vos sabés lo que es esa etapa final… Me acuerdo que ese día no quería ni saludarme. Me acuerdo y me duele tanto. No era lo que él quería para mis 15. Pero también lo entendí. Me había regalado, en julio, hacía pocos meses, el mejor regalo. El viaje de 15 a Disney y Orlando. Yo no sabía de su enfermedad y me había encaprichado bastante para que me lo regalaran… ahora lo recuerdo con culpa. Pero sé que él fue muy feliz regalándomelo. Y sembró en mí esa semillita viajera, esa semillita de querer descubrir el mundo, de animarme a todo, y de vivir también por él todo lo que no pudo en su vida breve, intensa y llena de amor. Su despedida también fue multitudinaria. Era arquitecto, docente, comerciante, funcionario público. Hizo de todo y lo querían en todos lados. Gracias por este post, muchas gracias. Justo hoy es un día en el que lo recuerdo más que nunca. Y qué hermoso, grandioso y espectacular padre tuviste también vos. Qué afortunados fuimos. (Y mil disculpas por la catarsis virtual). ¡Un abrazo grande!
10 diciembre, 2016 a las 3:09 am
Hola Magui. Me encantó tu catarsis virtual. Que loco. Cuantos puntos comunes en nuestras historias, edad y sentimientos. Leer sus mensajes tan lindos, llenos de amor y no solo melancolía me generan tanto o mas placer que escribir. Gracias por la confianza. Te mando un gran abrazo a vos y tu marido. Juano
8 diciembre, 2016 a las 8:29 pm
Juano. No voy a ser reiterativo. En halagar, ya lo hice y sabes que piensas. Solo además de este proceso donde se metamorfosean los sentimientos, habla de una persona inteligente. Pero no una inteligencia cognitiva que obviamente tenes. Habla de una inteligencia emocional poco común. De un espíritu de continuidad, de transito, de dejar algo. Tus padres fueron muy especiales para que desarrolles esta cualidad muy extraña unido a tu carácter tan superador de las miserias de la cotidianidad. Te mando un abrazo en este día especial, y disfruta mucho con flor allá. Javi
10 diciembre, 2016 a las 3:06 am
Gracias Javi. Me quedo con esta linda frase grabada: de un espíritu de continuidad, de transito, de dejar algo. En eso ando. No pasar sin más… De verdad te agradezco tus palabras
9 diciembre, 2016 a las 1:01 am
Simplemente gracias por compartirlo…
10 diciembre, 2016 a las 3:04 am
Hola Ric. Muchas gracias a vos por tomarte el tiempo de leerlo. Saludos!
9 diciembre, 2016 a las 4:52 am
Juano siempre me haces llorar! Pero no de tristeza, sino porque me emocionas y llegas a lo más profundo y sensible.
Mi papá falleció a los 60 años. Yo tenía 24 en ese momento. Tuvo Epoc durante 4 años. En uno de los primeros paros respiratorios que tuvo, nos contó que había hablado con Dios y que le había pedido pasar más tiempo con nosotros. Ese día yo hacía mi confirmación, y los médicos le iban a sacar el respirador artificial porque habían dicho que su cuadro era irreversible. Yo fui a la iglesia e hice mi confirmación. Cuando volví mi mama había llegado de la clínica con la noticia de que al sacarle el respirador mi papá había reaccionado y ya estaba comiendo. Luego vivió 3 años más de enfermedad, muy triste y muy dura.
No niego q hay días q lo extraño y que me quede con ganas de hablar muchas cosas con el. Pero todo ese proceso me hizo tomar conciencia del valor del tiempo, de aprovecharlo con los seres queridos, y de hacer lo que a uno le de felicidad (viajar en mi caso) mientras tiene salud.
El día antes de morir, 15 de septiembre día de la Virgen de San Nicolas, mi mama le dijo “Quique, quédate tranquilo.” El respondió: “yo ya estoy tranquilo, ahora tranquilízate vos.” Esas fueron sus últimas palabras.
Al día siguiente la virgen lo vino a buscar.
Gracias Juano, muchas muchas gracias. No me salen más que palabras de gratitud y admiración por lo maravilloso que escribís.
10 diciembre, 2016 a las 3:03 am
hola Puli. Que fuerte lo que contás de tu papá y cuantos puntos en común con la historia del mío. Y que fuerte que te cuente que estuvo cara a cara con Dios.
También el El se produjo el milagro de la ACEPTACION, creo que eso solo sucede con algunos elegidos.
Me honran tus palabras y que lindo este pequeño oasis de sentimiento que se originó en Twitter, una red plagada de violencia y discriminación. Cuidemos este lindo ámbito que formamos como comunidad. Abrazo muy grande!
9 diciembre, 2016 a las 8:26 am
Excelente post Juano! Increíble la sensación de descubrir toda la historia de tu papá con los alumnos. Impacta y no me puedo ni imaginar como habrá sido para vos en ese momento descubrir todo eso.
Este post me toca de cerca. Me tocó perder a mi viejo hace poco más de dos años (también con 64 años) y comparto mucho la forma en que tratas el tema. Yo tengo una mirada muy fría con el tema muerte. Es algo contra lo que nunca vamos a poder pelear. Ella está ahí, acovachada en un rincón esperándonos a todos. Algunos se van antes y otros más tarde pero siempre nos toca el final. Yo no le tengo miedo. ¿A que le tenemos miedo? ¿A no saber que hay más allá o después? No sé, no me importa. Tampoco quiero saberlo. El día que me toque quiero saber que me fui siendo un buen tipo.
Mi viejo no me dejo propiedades, no me dejó plata ni cualquier tipo de cosas materiales que le puede preocupar a la mayoría. Me dejo un par de palabras y frases que me van a quedar grabadas en mi memoria para siempre. Hay una que trato de cumplirla a rajatabla: “Nunca negocies el ser un buen tipo”. Y creo (y espero) que nadie diga algó así de mí. Mientras escribo esto y recuerdo a mi viejo me largué a llorar. Gracias, creo que es la primera vez que lo hago por él.
Volviendo a lo que escribiste, comparto todo de este párrafo que copio. Me encantaría que todo el mundo lo ponga en práctica:
“Pero estoy seguro que si el foco de nuestra vida deja de ser lo material, nos dedicamos a disfrutar más, a viajar más y celebrar el día a día, nos va a costar menos aferrarnos a todo lo que vamos a dejar, cuando nos toque partir. La resistencia de la propia persona que muere o de la familia, no hace más que hacer aún más doloroso todo ese proceso.”
Te felicito de nuevo por darnos la posibilidad de leer esto que escribiste y es algo tan íntimo. Y por tu viejo. Es extremadamente difícil ser querido así y por tanta gente. Y para vos debe de haber sido reconfortante.
Un abrazo! Disfruten esta escapada en Ushuaia.
10 diciembre, 2016 a las 2:59 am
Hola Charly. Que lindo leerte y me sorprende las cosas q tenemos en común. Tenemos que hablar largo. También soy muy frío con el tema de la muerte. Y aún no lloré la muerte de papá. Tengo paz y no tengo angustia.
Gracias por abrirte en este comentario con parte de tu historia íntima. Abrazo grande, muy grande.
10 diciembre, 2016 a las 12:37 pm
Hola Juano, hermoso relato como siempre. En mi caso tengo a mis dos viejos conmigo pero estoy pasando un momento complicado con mi mejor amigo y que no se si se salva de esta, justamente ayer estaba con el en el hospital y cuando lo salude para despedirme me fui pensando que no se cuanto mas lo voy a ver, es una persona de mi edad que desde hace 10 años siempre le puso todas las ganas a los tratamientos de su enfermedad y todos los derivados por el mismo tratamiento pero que desde estos últimos meses ya esta tan cansado y con un dolor crónico que lo único que quisiera es que deje de sufrir, tal vez muchos me tratan de fria con el tema este, pero creo que es mejor aceptar las cosas que enojarse.
Saludos
10 diciembre, 2016 a las 12:45 pm
Hola Vecu. Qué duro. Las enfermedades cuyo procesos son largos también agotan, no sólo al que lo padece, sino también a su entorno. Muchas veces negamos el tema, pero hablarlo sirve para que no sea tan duro cuando sucede. Quiero cuidar mis palabras y no opinar de casos ajenos a la ligera, pero creo que el camino que tomaste es el correcto. No es frío, es realista. Abrazo muy grande y rezaré por tu amigo. Muchas fuerzas! Juano
16 diciembre, 2016 a las 10:54 pm
Ya te “recuperaste” de la vuelta de Brasil?
6 enero, 2017 a las 2:22 pm
ufff no para de llorar…hermosas tus palabras. Yo perdi a los dos y siendo hija unica el vacio es enorme. Abrazos!
6 enero, 2017 a las 2:24 pm
Hola Vivi. Lo siento. Es duro. Hace 6 meses empecé a escribir para canalizar de alguna manera los sentimientos que tenía muy adentro. Es una manera de recordarlo y sobrellevarlo. Te mando un saludo grande y gracias por tu comentario
5 febrero, 2017 a las 11:34 pm
Uuuffff no por nada justo el sábado corrimos juntos y tus palabras aliviaron mi alma…. hermoso relato Juan! Gracias por compartirlo, Muchas gracias!! . ♡
5 febrero, 2017 a las 11:55 pm
De nada querida Gloria. Te agradezco a vos por la confianza… Abrazo grande
3 agosto, 2017 a las 10:37 pm
Juano, que hermoso mensaje el que transmitís!!! Recién lo leí hoy y no paro de llorar. Tengo casi 40, perdí a mi papá de muy chica, cuando solo tenía 5 años. Mi vieja (mi todo en esta vida) siempre trato de inculcarnos muchas de las cosas que decís! Y a pesar de que pase por etapas de enojos, bronca y mucha tristeza con Dios, hoy tengo la seguridad que mi viejo nunca nos abandonó y desde algún lugar disfruta a sus nietas. Soy una convencida de que un día nos reuniremos y no habrá más lagrimas ni nada que nos separe y todo habrá tenido sentido
Gracias por escribir.
25 marzo, 2018 a las 11:22 pm
Ay!!!! juano querido!!! ¡Me llego al alma tu post!… me siento tan identificada en la esencia del mensaje.. felizmente tengo a mis viejos conmigo y con 50 anos de matrimonio.. ellos perdieron un hijo de 25 anos y nosotras cuatro hermanas aprendimos de como ellos lo superaron. Mi papa hoy, también es diacono, y nos ha dado un ejemplo de vida, y es tanto lo que nos ha dejado de enseñanza que le día que no este, espero verlo del modo que vos lo describís, porque no tengo dudas que cuando le haga leer esto, es lo que le gustaría.
25 marzo, 2018 a las 11:35 pm
hola Vero! que lindo mensaje. Si podés contame lo que te dice tu papá. Que lindo tener un papá diácono. A mi me llenó de orgullo.
50 años de casado y los dos juntos!! que privilegio. Disfrutalo. Te mando un abrazo enorme!
26 marzo, 2018 a las 2:26 am
Hola! no se como llegué hoy acá pero me hizo taaan bien leerte… en 9 meses perdí a mi papá (68 años. 1 año de batalla contra el cáncer) y a mi mamá (67 años. cáncer fulminante. 1 mes duró). Hay dias que me cuestan mas que otros, pero trato de llevarla como puedo… lo único bueno que saqué de todo esto es eso, viví hoy. disfrutá hoy. amá más!
mi familia es mi prioridad.
Gracias por este post!
31 marzo, 2018 a las 2:05 pm
hola Andrea! que bueno que te haya servido leerlo. Siempre digo que aunque le sirva a una persona, tuvo sentido escribirlo. Por ende, lo tuvo!!! Sin dudas la familia es la prioridad. Te mando un gran abrazo!